El presidente de CRA, Dardo Chiesa, uno de los máximos referentes de la agroindustria nacional, realizó un balance del 2018 que se fue y analizó las perspectivas para el sector en el año que comienza.
¿Qué balance puede hacer de este año de gobierno de Mauricio Macri?

Este fue un año complicado. Lo empezamos con una proyección de inflación del 15 % y terminamos con el 45 %. Empezamos con una tasa de interés del 18 o 22 %, terminamos con una tasa de interés de arriba del 60 % y con algunos picos del 90 %. Empezamos con un dólar de 17 o 18 pesos y terminamos con un dólar de 38, 39 pesos. Empezamos sin retenciones, lo terminamos con retenciones. A pesar de lo que vemos de positivo en cuanto al avance de la institucionalización y la vuelta a los mercados, evidentemente no fue un buen año económico. Y para el sector agropecuario fue un año de una tremenda sequía y eso condicionó mucho la producción.

El principal acierto es haber ganado mercados, estar en el G20, el reconocimiento de las carnes de Estados Unidos, la apertura de Japón para el sur del país y haber incrementado las relaciones comerciales con China. Todo lo relacionado con los mercados, indudablemente es muy bueno. En el mercado internacional estamos mejor que nunca, el tema ahora es trabajar hacia adentro. Es necesaria una reforma impositiva y cuestiones de fondo que den la posibilidad de trabajar, no solamente al sector agropecuario, sino a cualquier empresario.

¿Cómo vienen las perspectivas para el bolsillo del productor en 2019? ¿Cuáles son las principales necesidades en materia económica?

Las perspectivas están un poco signadas por lo que pase con la inflación, el tipo de cambio y de la mano de la presión impositiva. Nosotros tenemos retenciones que no teníamos. Hay algunos casos que se asemejan a lo que teníamos. En carnes existía el 15 % de retenciones y ahora tenemos el 12 %. Y en algunos otros productos, parecido o más. El tema presión impositiva, tarifas, costo de energía y gasoil nos pegan muy fuertemente. Y en algunos productos como carne o leche, es cuestión también del mercado interno y que la gente no tiene poder adquisitivo. Acá, o salimos todos, o no sale nadie. Si no hay una reactivación económica, que el consumidor termine pudiendo convalidar mejores precios, el sector agropecuario, por más exportación que haya, no va a salir.

¿Qué opinión le merece el cambio de categoría de Agroindustria?

Es un error político muy grande, porque uno de los principales aliados de este gobierno fue el sector agropecuario. Todo el mundo reconoce que el sector agroindustrial es el motor de la economía, sin embargo terminás subordinado al Ministerio de la Producción. A la hora de tomar decisiones y sentarse a la mesa del Gabinete, el ministro se sienta con voz propia, pero el secretario pide permiso al ministro. Es un tema de subordinación del sector, que es muy malo, histórico y nunca dio resultado. En vez de haberlo achicado, lo que tendrían que haber hecho es darle más presupuesto y más posibilidades de desarrollo, porque en realidad el Ministerio tampoco tenía la posibilidad de desarrollar las políticas que el sector necesitaba.

CRA, en el mes de septiembre, anunció que se bajaría de las Mesas de Competitividad si la agenda no se correspondía con la realidad del sector. ¿Cuál es la postura de la entidad actualmente?

Las Mesas de Competitividad son todas distintas. Nosotros nos retiramos en su momento de la Mesa de Carnes; volvimos porque consideramos que se habían dado las condiciones para participar. En la Mesa de Lechería vamos a ver qué pasa. Haremos determinados tipos de planteos para poder seguir participando y hay un montón de mesas en las cuales nos lleva mucho trabajo y esfuerzo participar porque hay más de 32 Mesas de Competitividad. Eso significa tener, por los menos, 25 o 30 dirigentes viajando a Buenos Aires para poder participar. Es un esfuerzo de la entidad, muy grande, y se tiene que corresponder con algún tipo de posibilidad de llevar a buen puerto las políticas. En algunos casos, más o menos se avanza, y en otros casos, no. Por ejemplo, en carnes se ha avanzado, y donde hemos retrocedido muy fuertemente es en lechería. Además hay Mesas de Competitividad de la madera, cultivos industriales, cultivos extensivos, etc.

No te voy a decir que es una pérdida de tiempo; se va avanzando en pequeños temas, pero lo que pasa es que en la macro, con las tasas de interés, con el tipo de cambio, con no frenar la inflación, con las tarifas, con el combustible, me vulnerás la competitividad, no me dejás nada para la Mesa. No podemos arreglar desde la Mesa, con pequeñas cosas, el gran problema que nos crea la macro. Nosotros cuestionamos y eso ha generado polémica. Por qué no nos llaman para hablar de tipo de cambio, tasa de interés y nos llaman para el remito electrónico. Nos llaman para pavadas. Ese es el sentido de la Mesa de Competitividad. La Mesa está muy buena para una economía real, pero, como estamos, no sé si sirve.

El protagonismo de CRA ha crecido en los últimos años. Muchas veces el Gobierno ha tomado nota de sus propuestas ¿Cómo ve a la entidad en el contexto actual gremial y político?

Estamos trabajando fuertemente en todos los temas. CRA es Salta y es Tierra del Fuego. Tenemos dirigencia y representación territorial y cuando presentamos las propuestas, son hechas en el terreno por gente que la sufre. Eso te da una fortaleza muy grande. Hemos sabido capitalizar esto, lo hemos convertido en la esencia de nuestra acción y los resultados están a la vista. ¿Cómo pensamos llevar adelante este proceso? Vamos a acompañar con políticas y haciendo las mejores propuestas que podamos hacer, independientemente de quiénes sean los candidatos. Nosotros defendemos productores, no defendemos ni producciones ni partidos políticos. Sí nos acordamos de los que nos hicieron daño, y los tenemos muy presentes, porque la memoria la tenemos fresca. Ahora, tampoco en la política, las cosas que hay que hacer son patrimonio de una ideología. Hay que hacer lo que hay que hacer, y hay que trabajar para lo que hay que trabajar. Argentina tiene que desarrollar el interior, encontrar la manera de generar valor agregado en origen. Ser el supermercado del mundo con productos elaborados en los pueblos del interior. Y todo lo que concierne a eso lo vamos a acompañar.

¿Cómo ve la situación de las economías regionales hoy? ¿A cuáles principalmente hay que atender?

Las economías regionales están pasándola mal porque no se han podido acomodar. Generalmente son economías que dependen mucho del tipo de cambio y de mano de obra. En estas circunstancias, a pesar de que se mejoró el tipo de cambio, se han sincerado las tarifas, sobre todo las eléctricas y los costos de energía, y esto ha pegado muy fuerte. Un productor que pagaba 5000 pesos por mes de luz, hoy paga 40 mil pesos. Hay toda una lucha con las direcciones provinciales de energía porque estaba muy barata, subsidiada. Ahora que las tarifas se han actualizado, las tarifas de luz que paga el productor están llenas de cajas y cajitas de plata para distintos destinos, y eso el Gobierno lo sabe y las provincias lo saben. Pero están con la economía muy restringida. Aquellas que tienen un mercado internacional, están un poquito mejor; las que dependen exclusivamente del mercado interno, la están pasando mal. Y tenemos economías como la lechería que ya la consideramos regional, porque tenderá a desaparecer. Necesita medidas exclusivas. El mercado futuro en leche, por ejemplo, es una pavada, porque si no tenemos un mercado actual, menos podés tener un mercado a futuro. Es una ensoñación catedrática.

¿Cómo ve el nuevo sistema de tipificación de carnes?

Es un sistema en el cual nosotros hemos trabajado. Es un diálogo de comercio en que se define y se tipifica de qué producto se está hablando. Es entre el frigorífico y el carnicero o la góndola, y tiene muy poco significado para el productor. ¿Es bueno? Es infinitamente mejor que lo que teníamos, porque en Argentina se paga todo lo mismo, y un campeón de Palermo vale lo mismo que un animal de baja calidad. La calidad hay que premiarla. Los procesos productivos de eficiencia hay que premiarlos. El capítulo que queda es el diálogo para atrás, el diálogo del productor con el frigorífico, que hasta ahora nada dice de las bondades de la carne que el productor está vendiendo. Se ha superpuesto el sistema nuestro con el americano y el australiano, tomando las mejores bondades y lo que podemos hacer de los otros sistemas. Es un sistema muy bueno; requerirá de algún tipo de ajuste.

Teniendo en cuenta el último año de gestión que le queda ¿Cuáles son las materias pendientes?

Primero que nada, consolidar un equipo de trabajo. Independientemente de quién es el que preside la entidad, que CRA tenga un rumbo y haya un equipo consustanciado hacia dónde vamos. Lo segundo es un objetivo a lograr. No teníamos ningún evento de CRA más que algunos congresos que hacía la entidad esporádicamente, y hoy CRA tiene la JONAGRO. Y no teníamos ninguna exposición, y en el mes de mayo, en Santa Fe, realizaremos ArgenCarne. Esto nos va a posicionar como una entidad importante que tiene mucho para mostrar. Si tenemos 360 rurales en todo el país, y si sumamos la gente y las representaciones, somos muchísimos más. No es por denostar a nadie, pero tenemos una visión mucho más abierta y proactiva en materia de producto. Y después siempre nos queda el capítulo de la integración con los Ateneos. Nos desvela porque es el recambio nuestro y tenemos que ver de qué manera conseguimos que ellos lleguen y les demos los lugares que necesitan para poder crecer.