El sector agropecuario atraviesa una coyuntura compleja. Los incrementos en los derechos de exportación sumados a la asfixiante presión tributaria nacional y provincial, el desdoblamiento de los tipos de cambio que ante la escasez de dólares para la normal provisión de insumos provoca que se termine pagando éstos a un tipo de cambio muy superior al que se le liquida su producción, entre otros aspectos, han provocado un cóctel que acorrala y que pone en riesgo de colapso a miles y miles de productores a lo largo y a lo ancho de la Argentina.
Ante este escenario crítico, profundo y heterogéneo, tenemos una responsabilidad y un desafío enorme como dirigentes porque debemos acompañar los reclamos y defender los derechos de los productores y sus familias, pero al mismo tiempo no podemos volar los puentes, y el enfoque hacia al diálogo, debe ser un camino irrenunciable.

Es una situación que no tiene una sencilla resolución. Ese doble rol no debe ser ni genuflexo con los gobiernos de turno ni intransigente a la hora de entender razones, pero sin dudas, la acuciante realidad de gran parte del sector obliga a poner sobre la mesa todos los inconvenientes que el campo viene padeciendo.

Y es hora de que se nos deje de mirar como una caja a donde echar mano según las urgencias financieras de turno y se nos reconozca el lugar en el mapa productico, social y económico de la Argentina. Como muchas cosas en este país, la historia se repite. Los relatos regresan como un boomerang. Hoy asistimos a un bombardeo mediático producto de una política comunicacional orquestada desde el gobierno y sectores afines, que intentan poner al campo y al productor como los malos de la película, los insolidarios, los ricos, los egoístas. Está claro que esa ficción no tiene visos de realidad. Pero justamente, ese combate ideológico y estratégico nos tiene que mantener más unidos que nunca. Y es precisamente en este concepto, donde debemos hacer eje: la unidad.

Queda mucho camino por recorrer, muchas luchas por dar y varias amenazas por sortear. Y este derrotero solo será posible si somos lo suficientemente inteligentes para no sucumbir a los
engaños que pondrán delante nuestro: por un lado, los productores tenemos que estar juntos a pesar de las visiones particulares; del mismo modo, debemos concentrarnos en lo que nos une con las demás entidades de la Mesa de Enlace y dejar momentáneamente de lado las diferencias. Ese es el gran desafío.
Si no entendemos que hay una intención solapada pero firme de dividirnos, estamos perdidos. Los mismos creadores de ese relato inverosímil sobre el campo argentino saben -con la experiencia de la 125 a cuestas- que si los productores estamos unidos y consustanciados con la causa, la lucha será ardua. Si por el contrario, nos dejamos seducir por los cantos de sirenas y nos peleamos entre nosotros, rompemos vínculos con otras entidades de la Mesa de Enlace o con sectores de la sociedad civil, sucumbiremos a los planes que otros tienen preparados para nosotros.

Precisamente, tenemos que seguir nuestro plan y fortalecer los objetivos que lleven a la defensa de los productores, con matices, con diferencias, con consensos. El mapa productivo nacional es sumamente complejo. Entre Ríos misma tiene una diversidad inmensa. Tengamos en cuenta que una medida de gobierno puede ser favorable para algunos, inocua para otros y perjudicial para otros tantos. Y en esas situaciones es donde debemos redoblar el esfuerzo para acudir prestos al diálogo a los efectos de encontrar soluciones y entender a nuestros pares. No todo es blanco o negro. No podemos quedarnos con lo que beneficia a un productor en detrimento de la suerte que puede correr otro. Y son esas situaciones las que nos pueden generar conflictos puertas adentro. Por eso, tenemos que ser inteligentes, abiertos y solidarios. Y allí emerge nuevamente la clave de este proceso que transcurrimos: la unidad.
Los productores enfrentamos una batalla desigual con los Gobiernos. El poder de la política -y sus tentáculos a veces invisibles- intentarán quebrarnos, dividirnos y vencernos. El campo está de pie, aunque muchos quieran vernos de rodillas. El éxito de nuestra causa estará en el ingenio y en la grandeza que despleguemos para seguir esta lucha, mancomunados y firmes.
Sin unidad, no hay futuro posible.

José Ignacio Colombatto
Presidente FARER