Jóvenes del todo el país se reunirán en octubre con el noble propósito de formarse para el futuro como agro dirigentes. El Congreso anual de Ateneos CRA es un foro de ideas, debates, opiniones e intercambio de quienes serán los responsables de entidades y organizaciones.
La renovación de dirigentes se transforma en una cuestión fundamental que ocupa a todas las instituciones y organizaciones, sin escapar al rol que estas ocupen en la sociedad. De hecho esto
implica un cierto revisionismo sobre mecanismos y formatos que en muchos casos sostuvieron desde hace un siglo a entidades concebidas en circunstancias sociales, políticas y económicas distintas.
Estamos hablando del rol de los denominados “millennial” y “centennial”, esto es los jóvenes que nacieron desde los años ‘80 a fines de los ‘90. Nuevos protagonistas de la vida en comunidad
y llamados a ser los responsables, por una cuestión generacional, de lo que vendrá en la conducción y organización del país y sus instituciones.
Desde hace varios años las entidades ruralistas comenzaron a promover su inserción mediante la conformación de ateneos que con diversas experiencias y resultados, fueron en muchos casos el
ámbito desde donde surgieron nuevos dirigentes. Siempre fue necesario compatibilizar con estructuras de entidades y responsables formados en otros tiempos y circunstancias.
En ese complejo desafío que le cabe a las organizaciones se inserta el fomento, apoyo y acompañamiento para generar al menos el espacio propio de formación, no solo pensado hacia el
sector, sino también desde este hacia las comunidades.
Por eso el congreso Ateneo CRA, organizado por el Ateneo de Sociedad Rural Villaguay perteneciente a FARER, que reunirá en esta ciudad a jóvenes de todo el país los días 12 y 13 de octubre, se transforma en un evento donde, como lo dice su eslogan “Forjando agrodirigentes comprometidos”, se buscará debatir e intercambiar sobre temáticas propias del rol que los debe comprometer en el corto plazo.
En lo que aparece como una simbiosis, no fácil de direccionar o conducir, la relación entre mayores y jóvenes resulta compleja de ordenar en nuestras organizaciones. Diferentes son las experiencias. Distintos los motivos que hacen más o menos positiva la interacción. Lo real es que existen cuestiones generacionales que se deben amoldar y los “mayores” debemos dar muestras de la capacidad que requiere arrimarnos a la visión que tienen los jóvenes. No siempre lo empírico representa certeza. Con la perspectiva y convicción de que en tiempos no muy lejanos surgirá la natural renovación en las entidades que representamos, nos debemos el compromiso de ser hoy los responsables de trazar el camino por donde arribaran quienes nos sucedan.