A partir de los de incendios que afectan al Delta de nuestra provincia, resulta necesario dejar en claro una serie de aspectos para evitar que se siga confundiendo con inexactitudes, mentiras y campañas ideologizadas a las sociedades entrerriana y argentina.

  •  Afirmar que son los productores agropecuarios los que han iniciado el fuego a los efectos de mejorar las pasturas, es una aseveración temeraria que marca la ignorancia y la mala intención de quien la pronuncia, ya que no estamos en presencia de quema de pastizales sino de incendios de esteros, donde arde la turba producto de una gran bajante de los ríos, con una sequía que tiene similitudes con la de 2008.
  • La gran masa de materia orgánica queda encendida aún después de ser apagada en la superficie y puede iniciar fuegos a cientos de metros e incluso kilómetros desde el foco ígneo de origen. Obviamente que cada incendio tiene su comienzo y el mismo puede darse por acciones imprudentes de lugareños, pescadores, cazadores, entre otros factores. Por todo lo explicitado, atribuir la responsabilidad a los productores es sólo combustible político que suena a deja vu.
  • El pedido de transformar la zona del Delta en una gran reserva natural sin actividad ganadera es otra de las afirmaciones que se hacen sin tener la menor idea de la situación de las islas, de su geografía, ni de su realidad. Pensar que una zona protegida es la solución para evitar incendios es una idea rayana con el desconocimiento y la irresponsabilidad porque al no haber ganadería, el pastizal sería aún mayor (la turba sería similar), por ende, los incendios mucho más difíciles de controlar. Entiéndase que, si no existieran los productores en las islas de Diamante, Victoria, Ibicuy y las Lechiguanas, la situación sería harto peor, con dichas zonas sumidas en el abandono, la desidia y llena de intrusos.
  • Se ha fustigado al gobernador Bordet por los incendios. Entendemos que, si bien el Estado entrerriano tiene su cuota de responsabilidad, no debería personalizarse la crítica en esta circunstancia. Ello no quita que resulte necesario un Estado presente. Hoy no existe un plan eficiente del manejo del fuego, ni se ha efectuado una movilización de equipos y recursos acorde a las circunstancias. Pero las consecuencias de esa anomia -que vienen siendo enormes- son compartidas. El gobierno nacional se ha dedicado a mirar y ser juez de los hechos, siendo el máximo responsable de esta dilación de la situación. Las demoras y el inexistente accionar del área de Ambiente no pueden ser obviadas.
  • Las declaraciones del ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, en las que solicitó la detención de los dueños de los campos que sufrieron la acción del fuego, entre otras expresiones insólitas y carentes de sustento e impropias del cargo que representa, ameritan rechazo y generan preocupación.
  • Que dicho funcionario no tenga ninguna formación técnica, profesional o política para la cartera que maneja no resulta un atenuante sino todo lo contrario. Y no quedan dudas que esas temerarias e irresponsables declaraciones sólo confunden y son parte de un ataque sistemático y engañoso de los sectores de siempre contra el campo argentino.
  • Creemos y apostamos a una producción agropecuaria sustentable, donde se cumpla la ley y donde el Estado esté presente para castigar a quienes hacen mal las cosas. Entendemos que cada eslabón debe cumplir su función en pos de una producción segura y responsable. Y si de responsabilidad se trata, es imprescindible que quienes se manifiesten en este y otros temas, sepan al menos de lo que están hablando. En verdad, los últimos episodios en materia de expresiones públicas, provocan vergüenza ajena.