Días pasados se conocieron los datos del Indec que arrojaron, entre otros guarismos, que Concordia es la ciudad de mayor pobreza del país, con el 52,9 %. Esta triste realidad que lamentablemente viene siendo una constante desde hace muchos años en esta localidad, contrasta con la cínica visión del intendente, Enrique Cresto, quien lejos de asumir responsabilidades, acusa de la situación actual al Gobierno Nacional y, créase o no, al campo.

Estas mendaces declaraciones intentan correr el eje del problema, sin tener la más mínima mirada introspectiva y una carencia absoluta de autocrítica. Concordia viene siendo una ciudad acuciada por la pobreza más extrema desde hace muchísimos años, producto de administraciones municipales y provinciales que han usado a los más necesitados como carne de cañón para sus apetencias políticas personales.

No debemos olvidar que varios de los gobernadores –el actual inclusive- provienen de esa ciudad. O sea, mantener y hasta aumentar la pobreza ha sido un excelente negocio que ha catapultado a muchos dirigentes a la Casa Gris.

Sin ponerse colorado, Cresto acusa las remuneraciones que otorga el sector rural como uno de los factores que provocan los niveles de pobreza. Sin más armas defensivas de su responsabilidad ante semejante escenario que culpar a otros, debiera saber que el campo genera empleo genuino y no planes sociales para mantener rehenes políticos; produce renta e inversiones; brinda al fisco entrerriano aportes millonarios y es uno de los actores protagónicos de la actividad agroindustrial, siendo uno de los sectores productivos que apuntalan este provincia.

Sin duda alguna el modelo Concordia ha fracasado y lo seguirá haciendo. Es una fábrica de pobres provocado por un sistema que los utiliza como base electoral. Por eso son inadmisibles las críticas del intendente. A su vez le recordamos que el sector político al que pertenece aplicó medidas contrarias a la producción, el empleo y el desarrollo. Fueron políticas que destruyeron puestos de trabajo, provocaron el cierre de 125 frigoríficos y cientos de tambos, disminuyeron enormemente las cabezas de ganado, condujeron a la retracción de la inversión productiva, entre tantas otras políticas que intentaron llevarse puesto al sector. Hoy, celebramos el aumento histórico de la producción y el crecimiento extraordinario de las exportaciones ya que son elementos que van de la mano del crecimiento del empleo genuino y del desarrollo de la provincia y el país.

Por todo lo expuesto sería saludable y oportuno que la dirigencia política local y provincial responsable de esta cara vergonzante de Entre Ríos realice un mea culpa sincero y profundo. Ya pasaron 36 años de gobernar Concordia con recetas que no terminan de fracasar. Y en el caso de persistir en la cobardía de no asumir la parte que les toca, al menos debieran tener el gesto de no involucrar a nadie. A veces, cuando nada relevante hay para decir, mejor es callarse.

SOCIEDAD RURAL ARGENTINA (ENTRE RÍOS), FEDECO, FARER Y FEDERACIÓN AGRARIA ARGENTINA.