El sector agropecuario, agroindustrial y el transporte en general, viven horas penosas producto de la imprevisión, la improvisación y la ausencia general de un plan económico que integre todas las patas del sistema productivo argentino.
La falta de combustible, básicamente gasoil, pone en riesgo el poder cumplir en tiempo y forma con la campaña agrícola, ya que la faltante se viene haciendo sentir con consecuencias nefastas: drástica reducción de stock, especulación y aumento de precios.
Desde FARER entendemos que, sin dudas, estamos a las puertas de una crisis que ya afecta a toda la cadena productiva, a la vez que las noticias de desabastecimiento y las incógnitas sobre la cantidad de combustible disponible para la cosecha gruesa sólo generan zozobra y malestar.
Lamentablemente, la falta de gasoil no es el único problema grave que atravesamos. A ello debemos agregar la enorme escasez de neumáticos para la maquinaria agrícola, transporte de carga, colectivos, camionetas y hasta autos.
Esta angustiante situación que hoy deja parados tractores, cosechadoras y camiones, tiene origen en una industria nacional que no logra atender la demanda, al tiempo que ve reducida su producción por las trabas a la hora de habilitar cupos en dólares para importar insumos. De este modo, conseguir cubiertas es una tarea quijotesca agravada desde hace un buen tiempo por la decisión del Gobierno Nacional de reducir las importaciones para retener las divisas.
Para colmo, a ello podemos agregar problemas con insumos agropecuarios, sistemas tecnológicos para maquinaria de precisión, repuestos, entre otros.
Este collage interminable de problemas, necesita urgentemente del mismo gobierno que los generó, soluciones eficientes y concretas. Semejante nivel de desidia en la conducción económica productiva de la Argentina ya empieza a generar consecuencias graves y profundas -no solamente para el sector agropecuario- que ni siquiera pueden ser cuantificadas por adelantado.